Como bien sabrán, mi amigo Chicle y yo tenemos historia. Cuando me di mi primer beso y estuve nerviosa ¿a quién recurrí? A mi mejor amigo, Chicle. Cuando tuve mucha hambre pero no tenia nada de comer ¿quién estuvo ahí para hacerme sentir mejor? Mi amigo, Chicle. Cuando se me partió la resina de los dientes y tuve que hacer entrevistas para Telemundo ¿quién me ayudó a disimular mi problemita? ¡Mi amigo, Chicle!
Chicle fue un tremendo amigo al que siempre recordaré con mucho cariño. Estuvo junto a mí en las buenas y en las malas. Tristemente, Chicle falleció no hace mucho y siento que debo compartir mi historia con ustedes. ¿Alguna vez ha fallecido una persona muy allegada a ti y parece no querer irse de este mundo pues siempre te deja señales de su presencia? Si tu respuesta es sí, pues comprenderás lo que me ha sucedido estos últimos días. Luego de que chicle muriera, no podía ni considerar el hecho de comprar otro chicle. El era único, especial. A veces mientras iba guiando en mi carro, podía hasta oler su aroma a menta. No fue hasta hace varios días que me pasó algo muy extraño. Estaba en una fiesta con mi amiga Ale, metí la mano en la cartera para sacar mi teléfono y ahí estaba. ¡Pegado a mi teléfono, un rastro pegajoso de Chicle! Traté de sacarlo pero dejó una mancha en la pantalla de mi celular. Me pregunté de donde habría salido y luego de una larga y ardua búsqueda en mi cartera, no encontré nada. Varios días después, sucedió algo similar. Al llegar a mi clase saqué mi libreta de la cartera y me sorprendió volver a encontrar otro rastro de Chicle. Esta vez uno más grande y desparramado. “¿Chicle, qué quieres de mi?” susurré al ver tal acontecimiento. Pero no obtuve ninguna respuesta. No fue hasta anoche que presencié algo totalmente inquietante. Salí a comer con dos amigas y cuando ya nos dirigíamos al estacionamiento, metí la mano en la cartera para buscar el boleto y ¡sentí a Chicle! pegajoso y denso como sólo él sabia ser. Fría ante la circunstancia, les confié a mis amigas lo sucedido, “Chicle era mi amigo que falleció y ahora no me deja vivir en paz!. Se la pasa dejándome huellas y acabo de sentirlo en mi cartera, y no importa cuanto busque y cuantas veces vacíe la cartera, ¡nunca aparece! El fantasma de Chicle me quiere decir algo, pero ¿qué es?” Y ahí caí en cuenta, ¡que Chicle no podía cruzar al más allá porque su cuerpo nunca había sido encontrado! Así que me di a la tarea de buscar su cuerpo y hacer justicia. Busqué y busqué nuevamente en mi cartera. Seguí mi olfato como lobo cazador hasta que, ¡lo encontré! El pobre Chicle yacía en el bolsillo de mi cartera, estropeado. ¡Lo saqué con delicadeza y lo liberé! Estoy segura que su espíritu ya puede encaminarse hacia la luz. Duerme en paz, amigo que tu paz es mi paz, amén!.
Un minuto de silencio para Chicle, por favor.
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As you all know, my friend Trident and I go way back. When I had my first real kiss, who was there to provide me with reassuring fresh breath? My friend Trident. When I was hungry and had nothing to eat, who was there to simulate a minty meal? My dear friend Trident. When the resin between my two front teeth cracked and chipped away while I was on my way to do interviews for Telemundo (Major Hispanic Network), who was there to bridge the gap with its sticky adhesive awesomeness? Trident, of course.
Trident was the best piece of chewing gum any girl could ask for; I will always remember him fondly. He was a loyal friend to the end. In good times and bad times, I could always count on him. Sadly, Trident was taken from us way too soon and I feel the need to share this story with you all.
Have you ever heard of spirits with unfinished business? That’s what I’ve been dealing with for the past couple days. After Trident was gone, I couldn’t even bear the thought of buying another piece of gum. Sometimes, while I was driving in my car, I could almost smell his wonderful minty scent. It wasn’t until recently that something really strange happened. I was at a party with my girlfriend “Ale” (Short for Alejandra and not to be confused the type of beer), when I reached inside my purse to grab my phone and I felt it… a sticky substance on my phone. I tried to get it out, but only a chewy stain remained on the surface of my phone. My mind raced as warm minty thoughts of Trident took over. I searched my purse but found nothing. Days went by, and I had already forgotten about this incident. That is, until I again reached for my purse looking for my notebook and found another sticky stain, but this one was bigger and scattered all over the notebook. “What do you want from me Trident”, I murmured. Then it got worse last night, when I was reaching for a ticket stub in my purse and I felt more than just a sticky residue. My friends could tell there was something wrong with me, so I had no choice but to explain the situation. I said, “My dear friend Trident recently passed away, but he’s been haunting me! He constantly leaves minty traces, but no matter how many times I search my purse, I can never find him… I think the ghost of Trident’s past is trying to tell me something, but I just can’t figure out what that is”. Suddenly it hit me like a ton of peppermint bricks, Trident can’t cross over to the other side, because his body was never found! He is reaching out from the great beyond so I can find his ‘physical’ remains, so that he may finally rest in “piece”. I had no choice but to empty the contents out of my purse and flip it inside out in order to search for the ‘missing body’ properly. I followed the scent like a hungry wolf until I finally found him. He was stuck inside a hard to reach pocket inside the purse. I gently grabbed him and unwrapped what was left of him and I set him free!
I could feel his presence floating softly towards the light. He was now at peace.
Ten seconds of silence for Trident, my dear friend and confidant.